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Espera

Ya regresé de mi corto viaje, en el cual por suerte si dispuse de una toma de corriente decente, no así de una conexión a internet. Y como lo prometido es deuda, hoy lunes cuelgo este pequeño texto.


La espera sentado sobre el rojo sillón de la recepción, mantiene su mirada fija en la puerta que se abre con el vaivén de los huéspedes. Un señor mayor de grisáceos cabellos le saluda llevándose la mano a la boina, por pura cortesía le responde con un vago movimiento de la mano antes de devolverla al mullido apoyabrazos. Se levanta de un rápido movimiento, como si de su cómodo asiento hubiesen brotado punzantes púas. Camina rítmicamente por la estancia, recorre cada palmo de la alfombra con cortos y ligeros pasos al son de una música inaudible que le retumba en la cabeza.

Un elegante camarero le ofrece un baso, él lo toma de la bandeja y le da las gracias, los dos minutos de espera se le han antojado horas, ella sigue sin llegar. Mueve ligeramente el recipiente con circulares movimientos al tiempo que observa los hielos deslizándose de un lado a otro del amarillento lago. Toma un poco del licor en su boca y lo retiene, siente como el alcohol quema su lengua, traga el translúcido líquido suavemente, sintiendo como traza un camino a lo largo de su garganta. Regresa despacio a su asiento dando la espalda a la entrada por primera vez en la última media hora, se gira mientras deja caer su cuerpo pesadamente. Tras observar detenidamente la puerta durante unos largos segundos, baja su mirada hasta el grueso cristal que reposa entre sus temblorosas piernas, se pierde junto con los icebergs que se van fundiendo al contacto del líquido, ella no ha aparecido aun.

Una mano cae suavemente sobre uno de sus hombros, sale de su ensimismamiento, levanta la cabeza, unos ojos azules le devuelven la mirada, observa los blancos cabellos balanceándose de izquierda a derecha junto con el oscilar de la cabeza de su inesperado acompañante. Ha pasado otro día más y ella sigue sin regresar.

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