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Esto, eso, aquello...

Para comenzar pido disculpas por mi falta de la semana pasada, pero cada día tengo menos tiempo para digitalizar mis textos.

El mini monólogo que os presento hoy viene inspirado tras una de esas divertidas charlas que de vez en cuando tengo con unas amigas sobre temas tan interesantes como este que expongo. La mayoría de las "ironías" han sido extraídas de ese coloquio.



Esto, eso, aquello... que estupidez pensareis la mayoría pero miremos donde miremos nos encontramos con las dichosas palabrejas que tanto complican la vida a más de uno. Nunca vi nada tan efectivo a la hora de causar desconcierto como la unión de ellas. ¿La madre de cuál de vosotros no os ha pedido eso que está junto a aquello otro sobre eso otro que se encuentra en el este de aquello que el otro día usó para eso? La mía al menos sí y ya me he visto sometido ante situaciones tan difíciles de solventar como: "¿Quiere la jarra o la tetera?" Y no se crean que es una cuestión banal, pues no es lo mismo tener sed que querer practicar lo que uno acaba de aprender en la botica de la abuela.

Muchos lingüistas opinan que este caos expresivo que nos rodea es algo creado por el hombre moderno, el cual no valora las bellezas que tanto se esfuerzan por esconderse en lo más profundo del diccionario. Yo por mi parte, defiendo la idea de que dios fue el inventor de este caótico trabalenguas, claro ejemplo de ello es el pecado original; casi puedo ver al todopoderoso advirtiendo a Adán y Eva: "No comáis eso que pende de aquello otro donde mora esa." Cualquiera de nosotros nos hubiésemos confundido ante semejante situación y hubiésemos alargado la mano ante la tentadora manzana que la serpiente ofrecía sin darnos cuenta de que desobedecíamos una orden divina.

Con semejante precedente en los anales de la historia de la humanidad no nos ha de extrañar la dura situación que nuestro vocabulario está sufriendo. Y no, que quede claro que no tenemos la culpa, tened en cuenta que solo seguimos la santa palabra del señor como indican los párrocos.

Y bueno ya saben, empleen bien las palabras por el bien de todos, no vaya a ser que alguien les alcance la sal en lugar del azúcar y acaben sin poder tomarse su delicioso café matutino; o lo que viene a ser lo mismo, que alguien les ceda eso que está junto a aquello otro en lugar de alcanzarles lo que se encuentra sobre eso.

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