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Encontronazo

Siguiendo el estilo de las últimas historias ...


Algún día tendrían que dar conmigo, no podían ser tan incompetentes, ya hace dos meses que los puse a dormir sobre ese cómodo lecho de piedra. Han pasado diez minutos desde que comenzaron a perseguirme, tengo que admitir que se ocultan muy bien entre el gentío, siempre se paran en el momento oportuno frente al puesto de hortalizas o ante el herrero, no cometen demasiados fallos, pero un hombre fornido frente a un pescadero rodeado de ancianas llama la atención por mucho que disimule. Creo que caminaré unos minutos más, al grandullón de rojo no le va a venir mal perder peso, además, si consigo salir del mercado antes de que se lancen sobre mí tendré más posibilidades de hacerles frente.

Por fin dejé atrás el último puesto de venta y estos tipos siguen persiguiéndome, supongo que era de esperar, son cinco en total, creo que ya es hora de darles su premio. Me giro y camino a su encuentro, no parecen muy sorprendidos ante mi cambio de rumbo, dos de ellos ya han desenvainado sus espadas sin preocuparles quien pueda verles y se aproximan con paso decidido hacia su fin. Sitúo la mano tras le hombro, acariciando la suave empuñadura de mi arma, estoy a apenas a cinco metros de ellos, dos afilados susurros se adueñan de la escena, seis objetos caen contra el suelo, dos produciendo un ruido metálico, los otros cuatro pertenecen a las cabezas y cuerpos de los guardias. Sus compañeros se paran en seco, dos de ellos corren despavoridos hacia la muchedumbre, el mastodonte blande un garrote que bien podía pertenecer a los cimientos de una casa próxima. No me queda otra, tendré que mandarle a hacer compañía a sus amigos, por desgracia su cabellera me queda muy alta. Baja el bastón con fuerza, no lo vuelve a levantar, reposa en el suelo junto a su mano, da un paso al frente sin poder evitar el contacto de mi fiel compañera sobre su pecho, cae de rodillas, pierde la cabeza.

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